11 de junio de 2010

Había una vez...

...una princesa, que creyó conocer un príncipe azul, de esos de antes, de los de capa y caballo blanco, de esos que van por el mundo rescatando damiselas en apuros y que claro, terminan casándose con una princesa.

Todo era perfecto, el cuento tenía desde bruja mala, hasta hada madrina, y la princesa, feliz por haber encontrado su destino, se casó con el principe y se dispuso a comer perdices y a vivir felices para siempre.

Pero las cosas se pusieron difíciles, la bruja mala hacía de las suyas, la magia del hada madrina no siempre alcanzaba y el príncipe en cuestión andaba por ahí, metafóricamente hablando, claro, soñando con sus propias fantasías.

La princesa se fue poniendo triste, muy triste, y se dio cuenta que necesitaba muchas cosas que su príncipe, por más caballo blanco que tuviera, no podía conseguirle. Pero ella no había aprendido otra forma de conseguir las cosas, y le pedía y le pedía y el principe la miraba en silencio y la princesa cada día se ponía más y más triste.

Un día empezó a llorar, y con cada lágrima su príncipe se desteñía. Primero fueron los zapatos, y la princesa decidió comprarle zapatillas. Luego los pantalones, y la princesa pensó, que como era verano, bien podían volverse bermudas.
Pero la princesa seguía triste, muy triste y las lágrimas seguían destiñiendo poco a poco a su príncipe, hasta que del azul de los cuentos quedaron solo los recuerdos.

No es que el principe fuera malo, al contrario, sólo que no era azul...

Y entonces la princesa se dio cuenta de que ya no quería vivir ese cuento, y lloró tanto tanto tanto que de su cuento de hadas, no quedó más que el "habia una vez..." escrito en unas páginas mojadas.

Y la princesa empezó a recorrer un nuevo camino, decidió que debía aprender a conseguirse ella misma las cosas que deseaba, pero no sabía como. Nadie le había enseñado que pasaba si no comían esas benditas perdices... y vivían por siempre felices...y ella no sabía como seguir.

No quería buscar otro príncipe azul, porque la experiencia le había dicho que sólo existen en los cuentos de hadas, y que destiñen con agua salada, y ella por desgracia, era muy llorona. No siempre lloraba de tristeza claro, a veces de emoción, o de felicidad, pero no era cuestión de arriesgarse, todavía tenía todo el vestido lleno de manchas azules del príncipe anterior...

Se sentía sola y perdida, aunque no lo estaba. Tenía muchos y muy buenos amigos, tenia tambien a su familia, pero ninguno de ellos podía ayudarla a conseguir eso que tanto quería, un gran amor y su propia familia.

Un día de primavera, lloraba tanto tanto que casí llovía, y de pronto, salió el sol, y ese sol formó con sus lágrimas el más hermoso arcoiris que había visto nunca, tan hermoso era que se olvidó porque lloraba, y milagrosamente, cuando se secaron sus lagrimas, el arcoiris no desapareció.

Cuando dejó de llorar vió que ese sol en realidad no era un sol, era una sonrisa, una sonrisa hermosa de un hombre que la miraba en silencio.

Y la princesa, sin pensarlo siquiera, se enamoró.

No era un principe azul, por suerte, era un hombre nomás, un hombre increíble, de mirada profunda y sonrisa amorosa, de cabeza dura y corazón enorme, dueño de un alma dulce, un hombre real, con todos sus defectos y todas sus virtudes, a quien la princesa poco a poco aprendió a amar.

El también la quería y empezaron a soñar una vida, tomados de la mano, caminando y aprendiendo juntos, conociendose, descubriéndose, adorándose cada día mas.
La princesa seguía llorando, a veces de tristeza, otras de alegría, pero su hombre por suerte, no se desteñía.

Tan concentrada estaba viviendo este sueño increíble que no se daba cuenta de su vestido manchado de azul. Hasta que un día alguien le dijo de su vestido manchado y ella lo vió, y recordó ese príncipe que había amado un día... lloró un poquito, o quizás mucho, porque como ya les conté, se trataba de una princesa muy muy llorona.

Se miró en el espejo, y se sacó el vestido, ya no le servía, ya no era princesa, ahora era Mujer, SU Mujer.

Se secó las lágrimas, y se sonrió a si misma, con la alegría anticipada de lo que iba a vivir... Y tomó otro vestido, uno de todos colores, como el arcoiris, y salió corriendo a encontrarse con él... a vivir ese amor increíble y poder ser felíz esta vez.

8 de junio de 2010

demasiado tarde...

Por no saber soltar a tiempo, lastimé a quién me ayudó, me acompañó y me quiso durante todos estos meses... quién me dio un motivo para seguir adelante, para seguir soñando, para creer que era posible mi sueño, a pesar de mis miedos, de mis trabas, de mis dudas y mis angustias, me acompaño todo el camino, siempre estuvo ahi para mi, y no me dejó sola.

Cómo le explico que estoy lista para volver a soñar, que quiero hacerlo con él, que quiero vivir esta historia?

Cómo cuando leyó mis lagrimas por C. y le dolieron más que a mi... y no entendió que no eran por C. en realidad, que eran por mí...

Cómo pude ser tan idiota de perder algo hermoso y posible por no haber soltado una idea en mi cabeza de como mi vida tenía que ser?

Ahora si lloro, no lloro por una historia, lloro por él, porque no sé como voy a seguir adelante ahora si me deja sola. Lloro por lo que pudo ser, lloro por haberlo lastimado, lloro porque lo que siento por él es sincero.

Cómo lograr que me entienda? Que entienda que a pesar de su amor, y a pesar de todo, no fue fácil para mi aceptar el fracazo? Quizás porque me entendió demasiadas veces y se cansó de hacerlo...

Como no sentir que justo ahora, que logré entender las cosas, que pude soltar, es demasiado tarde??

Cómo se pide otra oportunidad para una tonta que se equivocó quizás ya demasiado?

Como se pide perdón por herir a quien amamos?

5 de junio de 2010

Aprender a soltar...

Siempre supe que uno de mis más grandes problemas, era aprender a soltar las cosas, los sentimientos, las personas.

Yo soy de las que aún guardan las cartitas de todos sus novios, amigas de la infancia, diarios intimos, agendas, fotos, y hasta flores secas y papeles de chocolates.

Soy de las que aún guarda en su corazón un lugar para cada uno de los que alguna vez estuvieron ahí, aunque hayan pasado años sin verse y hasta incluso aunque me hubieran dado un motivo para erradicarlos definitivamente de ahí... el rencor esta fuera de mi vocabulario, y así como no me tocó la carta de "no me importa" en la repartida, tampoco me tocó la de "te saqué de mi corazón" que quizás sea solo otra cara de la misma moneda

Puedo elegir, con mi cabecita racional y entender que determinadas situaciones y/o personas son perjudiciales para mi y que es mejor alejarme y dejarlas ir, pero mi corazóncito, llora, patalea y se agarra a las puertas con uñas y dientes para no alejarse de esa persona que quizás tanto daño me causó, pero que me supo hacer también mucho bien. La esperanza es lo último que se pierde y yo lo llevo a instancias insuperables, pero esta vez ya no.

Entendí que es parte de crecer y que cuando algo se termina, se termina, y aunque mi corazón llore sufra y patalee, y aunque me duela más a mi que a él, esta vez tengo que sacar a C. definitivamente de mi vida.

Ya venía pensando mucho en eso, en que era hora de seguir adelante, vamos para 9 meses de separación, 9 meses y ya va llegando el momento de poner punto final. Esta semana entré como quien dice en sentido figurado, en trabajo de parto, y vaya que duele.

Unas fotos en facebook abrazado a otra y una frase " nuestras voces se quieren :) " llenaron mi alma de recuerdos y de tristeza, el llamado de un amigo que nos quiere bien para decirme que él ya no me quiere, que siga con mi vida... en fin, nada nuevo, sólo la sorpresa de mis lágrimas, que me hicieron entender que aún me negaba a que éste fuera el final de mi cuento de hadas con mi príncipe azul que amé con toda el alma y que ya destiño...

Lloro por eso, porque una parte de mi seguía queriendo creer que el cuento tenía otro final. Un final mágico claro, en donde el príncipe volviera a ser azul y la princesa confiada y amorosa, y los problemas desaparecieran por arte de magia de nuestra hada madrina.

Pero abrí los ojos, el hada madrina nos dejó hace mas de un año y con ella se fue toda su magia, el príncipe se destiñó y no hay marcador indeleble que ayude y la princesa decidió que era hora de empezar a salvarse a si misma en vez de esperar a su príncipe y ahí anda, tratando de volver a ser confiada y amorosa, pero cuesta...

Este fue un fin de semana de muchas decisiones, y de entender que no se puede tener todo agarrado, que no se puede cambiar el pasado y que por más que uno se aferre no nos sirve, hay que aprender a soltar, si uno quiere agarrar algo nuevo. Yo quiero empezar cosas nuevas así que acá estoy... aprendiendo a soltar...

Será que no todos los cuentos de hadas tienen final feliz... o será que aun me queda alguno por vivir... ojalá.